Psicología infantil para profesores

Nadie trabaja más duro que los profesores. Dedican su vida profesional (y a menudo personal) a asegurarse de que los niños a los que atienden estén tan bien equipados y cuidados como cualquier otro. Los maestros tienen mucha responsabilidad, están mal pagados y no tienen suficiente tiempo en el día para hacer todo lo que deben hacer.

A continuación se enumeran tres elementos cruciales de la psicología infantil que facilitarán la vida de los maestros.

1. Todo comportamiento tiene un propósito y está dirigido a un objetivo. Si nosotros, como adultos, podemos superar lo que vemos y comprender el razonamiento detrás del comportamiento, seremos mucho más exitosos en ayudar a los niños a comprender su comportamiento y desarrollar habilidades de afrontamiento prosocial. Los comportamientos tienen un propósito. Si un comportamiento ayuda a un niño a sentirse psicológicamente seguro, ¿por qué dejarían de hacerlo?

El psiquiatra infantil Rudolph Dreikurs teorizó que hay cuatro objetivos para la mala conducta. Por lo general, puede saber cuál es el objetivo por cómo se siente al interactuar con el niño. La clave para comprender las metas es saber qué es lo que busca el niño y encontrar formas creativas de reemplazar las conductas negativas de consecución de metas por otras positivas. Los objetivos son:

  • Atención. Es probable que el objetivo sea prestar atención cuando se sienta molesto, desee recordar o persuadir o esté encantado con su "buen" hijo
  • Poder. Es probable que el objetivo sea el poder cuando te sientes provocado, desafiado, con la necesidad de demostrar tu poder o "no puedes salirte con la tuya".
  • Venganza. El objetivo es probablemente la venganza cuando te sientes herido, enojado, "¿cómo pudiste hacerme esto?"
  • Inadecuación. Es probable que la meta sea la insuficiencia cuando se siente desesperado, "¿qué puedo hacer?" O lástima.

2. Comprender el "estilo de vida" de un niño es fundamental. La forma en que una persona generalmente percibe diferentes actividades o acciones se llama su estilo de vida (estilo de vida), o también se le conoce como "cómo va una persona". ¿Qué influye y da forma al estilo de vida de una persona? El orden de nacimiento de una persona, las reglas de su familia de origen (tanto habladas como tácitas), roles familiares y entorno familiar.

  • Orden de nacimiento. La posición de un niño en la familia tiende a conllevar ciertos roles y rasgos de personalidad que pueden generalizarse a casi cualquier familia.
    Los primogénitos tienden a ser confiables; concienzudo; estructurado; cauteloso; controlador; triunfadores. Los niños del medio tienden a complacer a las personas; algo rebelde; prosperar con las amistades; tener grandes círculos sociales; pacificadores. Los niños más pequeños tienden a ser amantes de la diversión; sin complicaciones manipulativo; saliente; búsqueda de atención; egocéntrico.
  • Reglas familiares. Todas las familias tienen reglas, incluso si no las conocen. ¿Quién en el hogar de su infancia era responsable de pagar las facturas? ¿Quién cocinó? ¿Quién se hizo cargo del auto? ¿Quién tenía la última palabra en decisiones importantes? ¿Quién de tu familia mostró emoción? ¿Quién no lo hizo? Estas son las cosas de las que están hechas las reglas familiares. De muchas formas dieron forma a sus experiencias y creencias. Cada niño proviene de un hogar diferente con diferentes reglas y puede ver el mundo de una manera completamente diferente.

3. El cerebro es plástico. Todo en el cerebro es plástico; es cambiable, moldeable. Los cerebros de nadie están cambiando más que los de los niños. Cada experiencia crea nuevas vías neuronales y conecta neuronas entre sí, dando forma a nuestra personalidad y la forma de percibir o responder a los estímulos externos. Hay algunas áreas de la personalidad que no se pueden cambiar, pero en su mayor parte, es plástico.

Ese niño que llega a tu clase asustado y solo debido al abuso; ese niño que está simplemente enojado porque su mamá se fue; esa niña que cree que nadie la ama porque papá lo dijo, aquí es donde entran los maestros. Cada interacción que tienes con un niño, cada experiencia que das, cada excursión que haces, cada vez que abrazas a ese niño que lo necesita, cada vez que miras a la pequeña Suzy a los ojos y le dices que es especial, hace la diferencia. Y la ciencia lo respalda.

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