Una reflexión sobre la muerte de Robin Williams

Hablé con un amigo varios días después de la impactante noticia de que Robin Williams se había suicidado. ¿Cómo podría este querido actor y famoso comediante, se preguntaba mi amigo, no entender o preocuparse de que los fanáticos de todo el mundo lo adoraran? ¿Y por qué, preguntó además, no era esa sola razón suficiente para vivir?

Sin embargo, esta persona, que apenas pudo contener su dolor, dijo que pensaba que el Sr. Williams era "increíblemente valiente" por haber llevado a cabo tal acto.

Haciendo una pausa para reflexionar y medir cuidadosamente mis palabras para no ofender, le dije que no estaba de acuerdo con su afirmación: el suicidio no fue un acto de valentía, dije, sino más bien un acto de desesperación consumada. En otras palabras, me atrevería a decir que Robin Williams no pudo imaginar otra solución, no podría resolver el problema a través del lodo y el fango de su propia depresión, el estado emocional tan a menudo presente en quienes padecen una variedad de enfermedades mentales.

Mi conversación con este individuo, aunque algo predecible, fue inquietante, ya que hablaba de la falta de comprensión que tiene el público en general sobre las enfermedades mentales y el estigma que persiste en torno a tales condiciones. ¿Por qué, me sigo preguntando, estamos tan dispuestos a comprender, aceptar y sentir empatía por alguien que está lidiando con el cáncer y una miríada de otras enfermedades, pero damos la espalda colectivamente a los millones que sufren, muchos en silencio, con los demonios de su enfermedad mental?

Desde que el Sr. Williams se quitó la vida, he pensado mucho en el suicidio y lo que eso significa para las familias, incluida la mía, que quedaron atrás para reflexionar sobre los por qué y los por qué de una pérdida tan inmensa. ¿Qué palabras pueden consolar al sobreviviente que se enfrenta a la culpa, la tristeza y la duda que reina cuando un amigo o familiar toma la decisión final de acabar con todo?

La verdad es que no hay palabras adecuadas en ese momento. Lo que sí sé es que hasta que no haya equidad y un mejor tratamiento de los enfermos mentales entre nosotros, los intentos de suicidio y las consumaciones seguirán atormentándonos y desconcertándonos. Dado que la enfermedad mental grave es una herida difícil de curar, los padres, hermanos, cónyuges y amigos seguirán buscando en sus corazones respuestas a lo incontestable. Y sí, siempre habrá dolor.

Espero que el fallecimiento prematuro de Robin Williams sirva para recordar a los legisladores y activistas de todo el mundo que hay mucho trabajo por hacer para corregir esta injusticia, y que el momento de actuar es ahora. En una de sus películas más famosas, "Dead Poets Society", Robin Williams instó a sus estudiantes a "Aprovechar el día". Palabras proféticas, de hecho.

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