El estado de la relación influye en la forma en que tratamos a los demás

Una nueva investigación sugiere que la forma en que pensamos las cosas y tratamos a otras personas depende de si estamos solteros o en una relación.

En un nuevo estudio, los investigadores descubrieron que a las personas les gusta creer que su forma de vida, ya sea soltera o en pareja, es la mejor para todos, especialmente si creen que es poco probable que cambie el estado de su relación.

En la superficie, esto significa que muchas parejas casadas desearán la felicidad conyugal para sus amigos solteros, mientras que los solteros sentirán lástima por la pérdida de libertad de sus amigos.

En el estudio, que se publicará en la revista ciencia psicológica, los investigadores descubrieron que este sesgo puede influir en cómo tratamos a los demás, incluso en situaciones en las que el estado de la relación no debería importar.

Los expertos dicen que sentirse "estancado" dentro de un sistema social particular lleva a las personas a justificar y racionalizar ese sistema.

En el estudio, los investigadores Kristin Laurin, Ph.D., de la Graduate School of Business de la Universidad de Stanford, junto con el estudiante de posgrado David Kille y el Dr. Richard Eibach de la Universidad de Waterloo, se preguntaron si este tipo de racionalización también podría aplicarse a los problemas de una persona. estado civil.

“A menudo nos convertimos en evangelistas de nuestro propio estilo de vida”, observan los investigadores. "Cuando se trata del estado de nuestra relación, rara vez nos contentamos con decir simplemente 'estar soltero funciona para mí' o 'estar en una relación se adapta a mi disposición'".

Irónicamente, la gente puede idealizar su propio estatus como una forma de lidiar con los aspectos insatisfactorios de ese estatus. Laurin y sus colegas plantearon la hipótesis de que esto sucedería con mayor frecuencia cuando las personas piensan que el estado de su relación no cambiará.

Y de hecho, esto es lo que descubrieron los investigadores. En el primer estudio, los investigadores encontraron que cuanto más estables consideraban los participantes su estado de relación, más idealizaban ese estado como una norma a seguir por los demás.

Esto se aplicó tanto a los participantes solteros como a los emparejados, independientemente de lo felices que estuvieran personalmente con su estado.

Para su segundo estudio, los investigadores decidieron aprovechar el Día de San Valentín, un evento anual que parece poner el estado de la relación de todos al frente y al centro.

Reclutaron participantes el Día de San Valentín y les pidieron que imaginaran una noche de San Valentín para una persona hipotética del mismo género, Nicole o Nick.

Los participantes que juzgaron que su propio estado civil era estable imaginaron que Nicole / Nick tendrían un Día de San Valentín más feliz y satisfactorio si tuvieran el mismo estado que ellos; emitieron juicios menos positivos cuando el estado de relación de Nicole / Nick era diferente al de ellos.

Para investigar si este sesgo podría influir en cómo nos comportamos realmente con los demás, Laurin y sus colegas realizaron dos estudios más, esta vez manipulando experimentalmente la estabilidad percibida.

Los participantes que percibieron una mayor estabilidad en su estado civil juzgaron de manera más positiva a los candidatos a puestos de trabajo del mismo estado, aunque no era más probable que los contrataran. Sin embargo, era más probable que los participantes votaran por un candidato político del mismo estatus cuando tenían información que les daba una excusa para expresar su parcialidad.

Cuando los datos de los cuatro estudios se combinaron en un análisis, los resultados mostraron que la estabilidad percibida llevó tanto a los participantes acoplados como a los únicos a tratar a otros como ellos de manera más favorable.

Aprender que esta forma de sesgo en las relaciones influye en nuestro comportamiento hacia los demás es significativo, dicen los investigadores.

“Las personas pueden ser conscientes de su propia tendencia a idealizar el hecho de ser solteros o parejas, pero es posible que no se den cuenta de que esto puede afectar la forma en que responden a los demás y cómo los demás les responden”, observan los investigadores.

Dado el prejuicio cultural bien documentado contra los solteros, Laurin y sus colegas esperaban que las personas emparejadas no tuvieran problemas para racionalizar su estado, pero se sorprendieron más al ver que este efecto era tan fuerte para los solteros.

Según los investigadores, este estudio es "el primero en mostrar patrones de prejuicio específicos de la relación en los que tanto las personas solteras como las parejas favorecen a otras que comparten su estado civil sobre las que no lo hacen".

Como siguiente paso, los investigadores planean explorar si las personas idealizan otros aspectos de sus vidas, como las decisiones que han tomado, el tipo de comunidad en la que viven o la trayectoria profesional que han elegido.

Fuente: Asociación de Ciencias Psicológicas

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